miércoles, 29 de marzo de 2023

Solo la vida


“La naturaleza es un milagro y todo está conectado, cada uno lleva dentro un mar inmenso a veces calmo y otras tumultuoso; un bosque oscuro y otros luminoso; un lago cristalino o tan oscuro como el tiempo; un desierto que guarda el frío de la noche o el bochorno del sol…”

Otra vez Martu se deja llevar por sus pensamientos, siempre dice que daría una moneda por cada uno que se le escapa sin poder plasmarlo en un escrito.


Esta vez mate por medio sentada mirando el cielo del amanecer recuerda sus días de “energía renovada”, cuando remaba por el río Uruguay, y le cuenta a sus amigos esos sentimientos.

Les relata que hace un tiempo encargó un kayak, y cuando estuvo listo decidió ir a buscarlo, se hallaba a 160 km río arriba. Hasta ese momento no había remado nunca distancias tan largas, pero eso no importó, nunca importaba si de salir al río se trataba. Tomó lápiz  y papel, y comenzó a planificar todo lo que necesitaría para 4 días de aventura, así lo programó, para poder disfrutar todo el recorrido sin agotarse. Desde la primera noche, en el club donde dejaron el kayak, en la ciudad de Concordia, la embargó la emoción al encontrarse con su bote, procedió a cargarlo con todo lo que llevó. Y que gustosa estuvo cuando cada cosa fue guardada en su lugar, todo encontró su sitio, había calculado bien. 


Cuenta Martu,  “a las 5 de la mañana, me levanté, calenté el agua y en 15 minutos estuve sentada dentro del bote, me impulsé para alejarme de la orilla. Respiré hondo y miré el cielo, no podía creer que estaba allí, en medio de ese poder tan grande que me envolvía, el cielo y el agua, con tierra a mi alrededor que se levantaba en escarpados acantilados por un lado y extensos arenales por el otro. Todo iluminado por la luz rosada de un prometedor amanecer”.

Había conseguido las cartas náuticas del recorrido, para evitar perderse; hasta llegar al río abierto a la altura de Liebig, el cauce era poco más que un arroyo, muy angosto, en el que desembocan numerosos afluentes. 


El primer día tenía previsto llegar al Palmar, más precisamente el destacamento de prefectura que está a continuación, con la excitación de lo nuevo y el paso por algunos pueblos, estaba muy ocupada. 


A partir del segundo día el viaje se transformó en sensaciones, a poco de un plácido amanecer, con un aire cristalino, estuvo remando entre aguas calmas y brillantes junto a unos arenales dorados, tuvo que detenerse a respirar la calma y caminar sobre la arena blanca y suave, el silencio de la humanidad era hermoso, solo la naturaleza expresaba sus sonidos. El agua corriendo suave y deslizándose por la arena; el crujir de sus pisadas al caminar en esa áspera, deliciosa, fresca y envolvente arena; unos parlanchines teros sobrevolando sus nidos. Más tarde se levantó una brisa que “picó el río”, eso la obligó a colocarse el cubre copit, otra vez se unió a la naturaleza, pero ahora era diferente, solo una fina lámina de fibra de vidrio la separaba del agua, en sus caderas las poderosas corrientes se sentían como vértigo vibrando en la médula de sus huesos, la fuerza del río se manifestaba a su alrededor y tenía que palear con toda su alma para vencerla y que no la arrastrara, el viento era manifiestamente fuerte; fue una sensación de poder e indefensión, que le quitó el aliento. La humildad que sintió ante tanta grandeza, le llegó al corazón, por un momento todo fue como antes, en un principio, solo la vida abriéndose camino.


Maresbida


1 comentario:

  1. 3° dia del 9° Mudial de escritura. La consigna: una experiencia de conexión con la naturaleza

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